Tormenta en la biblioteca

05-02-2009 / Una declaración condenando la “masacre sionista” en Gaza desató la polémica y renombrados literatos presentaron su renuncia a la SEA. ¿Pueden los creadores sostener una organización gremial? Amenazas de ruptura.
Por Diego Rojas

La vieja costumbre del debate entre escritores no está perdida. Y –como para mantener las tradiciones– la pasión manda en la actual polémica que se desarrolla al interior del gremio de los literatos, la SEA (Sociedad de Escritores y Escritoras de la Argentina). Tan apasionada es la discusión que llegó al punto en que algunos de sus miembros renunciaron a la institución y sobrevuela la amenaza de la ruptura del sindicato. El hecho no tiene precedentes en la organización surgida en 2001, al calor de unas masivas asambleas que posibilitaron su nacimiento. Los acontecimientos se precipitaron luego de que la comisión directiva emitiera un comunicado condenando los bombardeos del gobierno de Israel sobre Gaza y llamara a “parar la masacre sionista”. Las diversas reacciones ponen sobre el tapete, además, las particularidades del gremio de escritores, un oficio signado por la creación individual, característica que marca también sus devenires sindicales.

Mario Goloboff fue el primero en levantar la voz, planteando que el comunicado era “pobre, mal escrito y maniqueo”. Ana María Shua escribió una carta exigiendo una retractación de la dirección sindical y, ante la negativa, hizo pública su renuncia: “Una Sociedad de Escritores que en lugar de hablar del Estado de Israel o, mejor todavía, del gobierno del Estado de Israel acusa al sionismo de la masacre de Gaza, mañana va a acusar a la sinarquía internacional y pasado a los judíos”, argumentó. Luego, Leopoldo Brizuela acompañó sus pasos y, más tarde, cincuenta escritores, muchos de ellos no afiliados a la SEA, se solidarizaron con la decisión de Shua. Mientras tanto, la comisión directiva reafirmó su posición y anunció que convocará a los escritores a una asamblea en marzo, cuando finalice el período estival.


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