2009/12/13

Los crímenes de El Vesubio siguen en lista de espera

El centro clandestino El Vesubio funcionó entre 1975 y el ’78 en un predio de La Matanza.

Por Raúl Arcomano
rarcomano@miradasalsur.com

El cartel guiaba el accionar diario en esa cárcel ilegal. Estaba en una de las húmedas paredes del lugar, próximo al quirófano en el que los verdugos torturaban a los detenidos. “Si lo sabe cante, y si no, aguante”, se leía. Ése fue, durante los tres años que funcionó, el evangelio de El Vesubio, el tercer centro clandestino de detención en importancia, detrás de la Esma y de Campo de Mayo.
El Vesubio estaba ubicado en La Tablada, cerca del cruce entre el Camino de Cintura con la autopista Ricchieri. Era un predio del Servicio Penitenciario Federal. El centro empezó a funcionar en 1975: era usado por bandas de la Triple A. Después del golpe pasó a la jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército, a cargo del general Guillermo Pajarito Suárez Mason, que iba periódicamente al lugar. En su interior funcionó un centro de inteligencia y de acopio de información. Allí se torturó y desapareció gente hasta mediados de 1978. Entre otros: Héctor Oesterheld, Raymundo Gleyzer, Haroldo Conti.

La ex desaparecida Elena Alfaro atestiguó en el Nunca Más: “El régimen de terror imperante, la falta de referencias, la pérdida de identidad al ser designados con un número, la incertidumbre y las vejaciones permanentes, constituían una constante tortura psíquica. Muchas veces fuimos amenazados con presenciar la tortura de familiares y en algunas oportunidades así fue. En mi caso, tuve que ver cómo torturaban a mi marido. Otra detenida, Irma Beatriz Márquez, fue obligada a presenciar la tortura de su hijo Pablo, de doce años”.

También estuvo detenido allí Jorge Watt, que es un sobreviviente de El Vesubio. Watts fue militante estudiantil y sindical y hasta 1979 militó en Vanguardia Comunista. Lo chupó un grupo de tareas del Primer Cuerpo de Ejército de la puerta de Bagley, donde trabajaba, el 22 de julio de 1978. Estuvo detenido de manera ilegal 53 días. Y siete meses más preso a disposición del Ejecutivo.
Watts acaba de publicar un libro en el que relata todo lo vivido en ese “chupadero” y en la cárcel. El título es todo un símbolo: Memoria del infierno (Ediciones Continente). “Escribo contra el silencio y para que esto no se olvide, pero también para entender. Lo hago recién ahora porque necesité el paso del tiempo para encontrar explicaciones a lo ocurrido”, dice en el prólogo. Y lo hace no como historiador, sino como protagonista. Watts ya testimonió en el Juicio a las Juntas, en 1985, y frente al juez español Baltasar Garzón.

Nota completa en:
http://www.elargentino.com/nota-69386-medios-123-Los-crimenes-de-El-Vesubio-siguen-en-lista-de-espera.html


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